sábado, 7 de abril de 2012

El Papel Pintado Amarillo (Charlotte Perkins Gilman)



"En 1885, un año después de haberse casado con Charles Walter Stetson, Charlotte Perkins Gilman dio a luz a su hija, Katharine, y al poco tiempo entró en una profunda depresión.
El doctor Silas Weir Mitchell, un reputado neurólogo a quien había acudido en busca de ayuda, le diagnosticó agotamiento de los nervios y le prescribió una cura de descanso, un controvertido tratamiento en el que era pionero. «Vive una vida tan hogareña como te sea posible, realiza no más de dos horas de actividad intelectual al día y no toques nunca más una pluma, un pincel o un lapicero»: estas fueron las instrucciones que le dio el médico a la autora.
Durante unos meses siguió estos consejos, pero su depresión se agravó, y, según sus propias palabras, se acercó tanto a la frontera de la profunda ruina mental que llegó a vislumbrar el otro lado.
Solo haciendo caso omiso de los consejos del médico y volviendo al trabajo logró recuperarse de su depresión.
Esta experiencia la marcó hasta tal punto que en 1890 escribió El papel pintado amarillo, un estremecedor relato que constituye una demoledora crítica al tratamiento prescrito por el doctor Mitchell"

Escrito durante un brote severo de depresión postparto, esta novela corta, o cuento, no dejará a nadie indiferente.
A finales del S. XIX, la psiquiatría y la psicopatología no contaban con los métodos actuales, y sus paradigmas eran diametralmente opuestos a los de ahora. El sentido común nos dice que a alguien deprimido debemos darle entretenimiento en forma de aficciones o compañía; por contra, por aquel entonces, a nuestra autora se le obligó a guardar total reposo, a evitar todo tipo de actividad y a llevar una vida contemplativa, lo cual agravó su depresión endógena (o exógena si lo atribuimos a su reciente maternidad) y le llevó a escribir esta bella-triste novelita. En este caso, algo tan banal como el papel pintado de su habitación, será el precipitante de la ruina mental de la enferma.

Desconcertantes las palabras de la enferma: "mi marido (el doctor) no sabe cuánto sufro, sólo que no hay motivo para que sufra"

En una cuidada y bilingüe edición, Editorial Contraseña nos brinda una descorazonadora y bella obra. Un 10.

No hay comentarios: