miércoles, 18 de marzo de 2009

El péndulo de Foucault (Umberto Eco)




"Tres intelectuales que trabajan en una editorial de Milán establecen contacto con autores interesados en las ciencias ocultas, las sociedades secretas y las conjuras cósmicas. En un primer momento dicha relación se mantiene estrictamente profesional, pero poco a poco van estrechándose los lazos. Editores y autores inventan juntos, por puro juego, un complejo «plan», urdido supuestamente por los templarios siete siglos atrás. Pero alguien toma demasiado en serio el juego, y todos ellos se verán inmersos en una inquietante pesadilla"


Considero ''Baudolino'' como mi libro favorito, y ''El nombre de la Rosa'' como el siguiente en la lista probablemente. Es por ello que decidí leer ''El péndulo de Foucault'', del mismo autor, aunque la opinión mayoritaria entre los lectores es que era demasiado densa. Y realmente es cierto.

En una ocasión leí una opinión que decía que "El Péndulo" era un "Código Da Vinci" para gente inteligente. Es una forma de decirlo. Son similares en la trama aproximadamente, no en cuanto al estilo literario ni la erudición, por supuesto. Umberto Eco no es realmente un autor comercial (apenas 5 novelas), y su estilo es muy culto, pero en esta ocasión a mitad de la novela y casi hasta el final nos castiga (sí, castiga) con decenas (cientos?) de páginas que realmente sobran y no aportan nada nuevo a la historia, como el viaje a Brasil del protagonista, por ejemplo.
Otro punto en contra... Aunque no es imprescindible, es aconsejable saber algo de francés para entender muchos diálogos que no están traducidos.


Como puntos a favor, diría que con Eco siempre aprendes mientras lees. De hecho yo he investigado sobre el "péndulo de Foucault" y su funcionamiento, y es apasionante como un hilo y un peso demuestran con su movimiento cómo la Tierra gira sobre su eje.
Conclusión: no puedo, aun sintiéndolo, recomendar esta obra a nadie, ni siquiera a los incondicionales de Umberto. Pues es un libro con el que los momentos buenos no superan a los tediosos.

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