«Mi progenitor desempeñó sus labores de buhonero de forma magnífica, como demuestran las declaraciones que hizo antes de expirar. Pero yo lo supero. No lo digo solo yo, sino que lo han reconocido universalmente todos aquellos que han podido compararme con otros. [...] Les diré una cosa. Hasta que me muera, no me cansaré de afirmar que, de todas las profesiones injustamente tratadas en Gran Bretaña, en la de buhonero la injusticia alcanza el grado sumo. ¿Por qué nuestro oficio no es considerado digno? ¿Por qué no se nos conceden privilegios? ¿Por qué nos obligan a sacarnos una licencia de chamarilero cuando nadie les exige lo mismo a los buhoneros políticos?»
El narrador y protagonista de este relato, llamado Doctor en homenaje al médico que le ayudó a nacer, se gana la vida como vendedor ambulante. Hijo de buhoneros y sumamente orgulloso de su oficio, Doctor Marigold nos relata los sucesos más importantes de su vida, entre los que destaca especialmente su encuentro con Sophy, una niña sordomuda a la que adopta y para cuya educación tendrá que hacer uso de todo su ingenio.
Además del indudable valor literario que posee el relato por sí mismo, resulta interesante también por lo que su protagonista tiene de reflejo del propio autor. Tal como señala Peter Ackroyd en su biografía del escritor inglés, «lo más sorprendente es que Dickens dejara entrever tanto de sí mismo en el personaje de aquel mercachifle, como si, en aquel preciso momento de su vida, se sintiera más cerca de aquel buhonero que de nadie».
Que un bloguero amante de la lectura (y de los libros) no haya leído a Dickens debería ser considerado sacrilegio. Por suerte esa vergüenza acaba de terminarse, y me alegro que haya sido con esta preciosa y cuidada edición de "Doctor Marigold". Este buhonero, que no doctor (sino Doctor) nos provocará numerosas sonrisas por su facilidad para la charlatanería y su ácido sentido del humor e ironía.
Un encantador y bello final pone el broche de oro a este bonito cuento.
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