"En la Tierra, los casos de trastornos mentales aumentan exponencialmente; desbordados, los centros psiquiátricos sólo encuentran una solución: exiliar a los enfermos a una luna habitable que orbita el remoto planeta Alfa III. Sin embargo, durante dos décadas se interrumpe el contacto entre los terrícolas y los desequilibrados, quienes acaban organizándose en una sociedad donde cada clan se corresponde con una patología y un rol. Así, los psicóticos son la clase gobernante; los esquizofrénicos, los artistas y líderes religiosos; los maniaco-depresivos, los filósofos...
Este orden se quiebra cuando en el planeta azul recobran el interés por los lunáticos y envían una nave para restablecer el contacto. Allí viaja el agente de la CIA Chuck Ritterford y su esposa Mary, a la que éste decide asesinar por control remoto. Para ello, contará con la ayuda de una serie de estrafalarios personajes...
Sólo Philip K. Dick podría haber trenzado una historia de amor invertida con las contingencias de una comunidad de enfermos mentales. Toda una exploración de la psique humana donde se dinamita la frontera entre la locura y la cordura, Los clanes del la luna Alfana es una de las novelas más corrosivamente divertidas de este celebrado autor."
Una de las Lunas del planeta Alfa sirvio en el pasado como psiquiatrico para los enferms terrestres. Tras una guerra entre la Tierra y Alfa, la luna fue olvidada y sus habitantes tuvieron que adaptarse a su nueva situacion.
Ahora, en la Tierra, Chuck se ha separado traumaticamente de su mujer Mary, la cual viajara a Alfa para tratar a los enfermos. Tambien viajara un "simulacro", un robot espia mandado por la CIA y accionado desde la Tierra. Chuck sera el encargado de manejarlo, y sera una gran oportunidad para que el simulacro acabe con su idiada ex-esposa. Pero casualmente, terceras personas parecen conocer sus planes... Y en medio de toda la historia, un hongo que se comunica telepaticamente con Chuck y capaz de leer el pensamiento de los que le rodean...
Una buena novela del genial Dick, aunque sin llegar a la calidad de sus mejores obras.